En marzo, cuando recién iniciaban las operaciones masivas de deportación, Mayra recibió la llamada de una niñera inmigrante quien le pedía ayuda, pues agentes de inmigración estaban tocando su puerta. Mayra le recordó los protocolos que debía seguir en esa situación.
“Le habíamos enseñado sus derechos, usted sabe que no puede abrir, no puede hablar, váyase al último cuarto de su apartamento y estemos texteando que yo voy ahorita para su casa”, relató Mayra en entrevista con La Alianza.
Cuando llegó, los agentes estaban a punto de irse. Desde un parque cercano, Mayra, quien también es inmigrante, los observó a distancia mientras seguía comunicándose con la niñera.
“Le dije, yo estoy en frente de su casa”, recuerda. “No le voy a tocar, no me vaya a abrir la puerta, pero aquí estoy y no tenga miedo que no está sola”.
Mayra es trabajadora del hogar, líder comunitaria e integrante de un grupo de rondas vecinales en Massachusetts, que alerta a la comunidad sobre las acciones de ICE. También coordina un grupo de WhatsApp con 40 niñeras de su zona.
Lo que comenzó como una necesidad de proteger a las trabajadoras del hogar, se transformó en una red organizada de mujeres que decidió tomar acciones para protegerse y proteger a su comunidad de las redadas.
“Empezamos a tener llamadas a las 5:30 o 6:00 de la mañana que los agentes de migración andaban en la ciudad”, recuerda. “Dijimos: sí, sería perfecto salir a dar rondas en las calles… al principio teníamos miedo, pero dijimos: si nos tiene que tocar eso, nos ayudamos entre nosotras”.
Resistencia comunitaria ante las redadas
En junio, Trump ordenó expandir las detenciones y deportaciones de migrantes en todo el país, lo que ha intensificado el papel de las rondas comunitarias, que ahora se han convertido en una línea de defensa clave para muchas familias inmigrantes.
Las llamadas de alerta son la primera línea de acción. Cuando alguien reporta la presencia de ICE, Mayra envía mensajes en el chat de WhatsApp para advertir a las niñeras que no salgan de casa y detalla las calles y características de los vehículos detectados.
Si la situación escala, se comunican con un equipo de respuesta rápida que son grupos formados por residentes y organizaciones locales con el objetivo de proteger y defender a la comunidad inmigrante local.
Estos grupos acuden a los lugares donde hay presencia de agentes de inmigración para grabar vídeos, observar a distancia y apoyar legalmente a las familias afectadas.
“Uno de los momentos que más me impactó fue el día que alguien fue arrestado a media cuadra de mi casa”, relata Mayra sobre la detención de un inmigrante en un taller de carros. “Entraron violentamente, sacaron las armas y apuntaron a toda la gente que estaba allí. Fue cuando dije: ellos están violando los derechos de las personas”.
La red creada por Mayra y sus compañeras ahora hace parte de LUCE, una coalición de grupos vecinales y organizaciones de apoyo legal. Cada “capitana” coordina un área específica y se reparten las calles donde deben hacer rondas.
“El pueblo salva al pueblo”
En todo el país, trabajadoras del hogar se están organizando y asumiendo un papel protagónico en la defensa de sus comunidades frente al aumento de las redadas y deportaciones. A través de la creación de sus propios grupos e integrándose redes de respuesta rápida, están formando coaliciones de base que ofrecen apoyo y protección.
Estas iniciativas incluyen patrullajes para detectar la presencia de ICE, líneas directas para compartir alertas, talleres sobre derechos laborales y migratorios, y el intercambio de recursos entre ellas.
Mayra y su grupo realizan talleres con abogados sobre qué hacer en caso de arresto, ayudan a conseguir representación legal y dan apoyo emocional a las familias afectadas.
Pese a que sabe que su activismo puede afectar su propio estatus migratorio, Mayra no se detiene. “Como decimos, el pueblo salva al pueblo. Y si nosotros no lo hacemos, nadie lo va a hacer por nosotros”.
Hoy, la red sigue creciendo, informando a vecinos y planeando nuevas formas de alertar en tiempo real. Para ella, la fuerza está en la valentía colectiva. “Seamos valientes, porque somos mujeres fuertes. Nuestra voz, que está en la oscuridad y no es escuchada, tiene que levantarse con fuerza”.
Empleadores como aliados
En el noreste del país, Addy coordina un grupo de Facebook con entre 300 y 400 integrantes, en su mayoría trabajadoras del hogar. El objetivo del grupo es alertar sobre las actividades de ICE en la región y verificar la información antes de compartirla con el grupo de respuesta rápida local.
“Cuando nos llega una alerta, vamos al área y hacemos rondines… Tomamos fotografías, mandamos la ubicación y avisamos al grupo de respuesta rápida. Después, cuando se confirma, ya se publica”, cuenta Addy.
La iniciativa ha logrado que muchas trabajadoras se sientan más acompañadas y seguras, y también ha motivado a varios empleadores a sumarse a los esfuerzos para protegerlas de las deportaciones.
“Ellos mismos decían: ‘¿cómo podemos ayudar?’… Muchos nos han dicho ‘no queremos perderte’”, explica Addy. “Ellos saben las necesidades de nosotros y que tenemos miedo de ir a trabajar por lo que está pasando, de que nos pueden agarrar en la calle, en la tienda, en el bus, en cualquier lugar”.
Algunos empleadores participan ahora en los grupos de respuesta rápida, donde reportan autos sospechosos, asisten a protestas y alertan sobre la presencia de agentes de inmigración.
Como medida adicional de precaución, algunos han dejado de recomendar a las trabajadoras para otros empleos, evitando que desconocidos obtengan información sobre ellas y sus rutinas en medio de un clima de miedo generalizado.
“Eso nos ha dado fuerza, porque ahora sabemos que no estamos solas”.
Pero el trabajo de Addy va más allá de las alertas. Esa red de apoyo también incluye soluciones prácticas para la vida diaria como enseñarles a las trabajadoras a pedir productos en línea para evitar salidas innecesarias o coordinar ayuda para hacer compras.
Romper el aislamiento y el miedo
Ella y otras compañeras buscan romper el aislamiento de quienes aún tienen miedo, compartiendo información y enseñándoles a protegerse.
Por eso, cuando les dice “no tengas miedo”, lo hace con la intención de darles fuerza y apoyo. “Obvio que sí tengo miedo, pero me lo aguardo. El miedo no nos deja pensar ni seguir adelante. Si priorizas el miedo, no te preparas”, dice Addy.
“Lo que quiero es que sientan que tienen apoyo, que confíen en mí y en las personas que estamos trabajando para que no se sientan solas ni desprotegidas”.