Algunas trabajadoras del hogar ya no salen de casa. Otras solo lo hacen acompañadas, con rutas planeadas al milímetro para evitar zonas de riesgo. Hay quienes han dejado de trabajar, pero otras deben continuar haciéndolo bajo un estado de alerta constante.
El endurecimiento de las políticas migratorias a lo largo del año ha tenido consecuencias profundas entre las trabajadoras del hogar, en su mayoría mujeres inmigrantes. Las redadas, la vigilancia y el discurso político antiinmigrantes han contribuido a un ambiente donde muchas sienten que su única opción es esconderse.
“Es peor que la pandemia”, expresó una trabajadora. “al menos entonces no éramos perseguidas”.
Dos investigaciones recientes de La Alianza confirman esta sensación colectiva. En uno de los reportes, casi la mitad de las encuestadas expresó miedo, preocupación o inseguridad, mientras que más del 20% reportó estar psicológicamente afectada por la situación migratoria actual.
Vigilancia e incertidumbre
La percepción de ser perseguidas ha cambiado la forma en que muchas de estas mujeres viven, se mueven y se relacionan con sus entornos.
“Me siento insegura de salir a trabajar. Siento que siempre tengo que andar pendiente en la calle. No me siento tranquila, pero necesito trabajar”, expresó una trabajadora en una de las encuestas. “Es traumático porque estás siempre en pánico, pensando que podrías no regresar a tu casa y no ver a tus hijos”.
Una de las trabajadoras incluso expresó que ahora ya no tienen quien les proteja porque llamar a la policía puede resultar en una deportación, aludiendo a lo que le sucedió a una mujer en Houston, quien contactó a las autoridades por violencia doméstica y fue reportada a ICE por la policía local.
Viviendo encerradas
Muchas trabajadoras han dejado de salir de casa, o lo hacen únicamente en compañía de otros, evitando zonas donde se reportan redadas.
“Tengo una semana completa sin salir de casa por el miedo a ser deportada”, contó una de las trabajadoras.
Algunas dijeron que abandonaron sus empleos por miedo a transitar ciertos vecindarios o han empezado a evitar el transporte público para sentirse más seguras. Incluso quienes tienen estatus legal se sienten amenazadas.
“Aunque soy residente permanente, me da miedo salir a trabajar”, dijo una de ellas. “Vemos que no se están respetando los derechos de ningún hispano o latino”.
El miedo también ha producido consecuencias económicas. Algunas trabajadoras han perdido empleos por no poder acudir a ciertas zonas. “Dejé de limpiar unas casas porque migración va por esos lugares”, reportó una de las encuestadas.
Otra dijo haber perdido el trabajo en el que llevaba más de 8 años debido a la nueva política migratoria.
Para estas trabajadoras, que ya enfrentaban salarios precarios, ahora se suma el dilema de seguir trabajando bajo riesgo de ser deportadas o perder ingresos esenciales para la supervivencia.
“Aunque no hay dinero para comida, lo importante es tener para la renta. Me da miedo no tener nada y acabar en la calle”, expresó una de ellas.
Salud mental fracturada
Más allá del miedo concreto a una redada o detención, muchas trabajadoras describen estados emocionales críticos como ataques de pánico, insomnio, pérdida del apetito, desmotivación general y una sensación permanente de vulnerabilidad.
“Tengo mucha psicosis, miedo. No he trabajado”, escribió una trabajadora. “Me da ansiedad, estrés y me mata la depresión por no tener recursos legales ni dinero para defenderme.”
“Ojalá terminara esta pesadilla pronto”, relató una trabajadora que dijo no haber podido salir a trabajar por temor a las redadas.
No es solo miedo
El impacto emocional, económico y social que enfrentan muchas trabajadoras del hogar no puede atribuirse únicamente a cambios legislativos recientes. Más allá del temor a la deportación, las trabajadoras reportan experiencias de maltrato, discriminación e invisibilización en sus entornos laborales y cotidianos.
“No dejan vivir ni trabajar. Te están cazando, te maltratan, te humillan. Ese es el pago a las personas que sacan el trabajo duro de Estados Unidos”, expresó una trabajadora entrevistada.
Entre la incertidumbre y la esperanza
A pesar del entorno hostil, muchas trabajadoras siguen sosteniendo hogares ajenos con una mezcla de profesionalismo y resistencia. Algunas reportaron muestras de apoyo por parte de clientes, pequeñas palabras o gestos que les devolvieron algo de esperanza.
“Algo positivo es que mis clientes están positivos y me han apoyado con palabras, con detalles. Comprenden, y eso para mí vale oro”, contó una de ella.
Sin embargo, el sentimiento generalizado es de desgaste, injusticia y una urgente necesidad de alivio.
“Espero en Dios podamos volver a estar tranquilos.”
Apoyo y herramientas para cuidar la salud emocional
Si usted o alguien que conoce está atravesando ansiedad, estrés o miedo debido a la situación migratoria, existen formas de cuidar la salud emocional y encontrar apoyo. En este recurso encontrará opciones de ayuda gratuita o de bajo costo para acceder a apoyo psicológico y emocional. Además, en esta guía puede aprender técnicas sencillas para regular las emociones a través del cuerpo y reducir la tensión diaria.