Aviso: La Alianza Nacional de Trabajadoras del Hogar, la organización socia de La Alianza, apoyó al proyecto “Immigrants are Essential,” mencionado en este artículo.

El día de hoy, las comunidades latinas celebran el Día de los Muertos con altares, pan de muerto y flores de cempasúchil. Honran y recuerdan a sus seres queridos que han fallecido. Este año, la artista Paola Mendez, junto con la organización Justicia para Mujeres Migrantes  (Justice for Migrant Women, en inglés), está poniendo el foco en los inmigrantes que fueron trabajadores esenciales y fallecieron de COVID-19, creando altares para conmemorarles. 

Mendez y Justice for Migrant Woman están trabajando con socios para crear altares en persona y virtualmente desde el 30 de octubre hasta el 4 de noviembre en casas, lugares de trabajo, espacios públicos y en Internet. Puede ver su altar virtual en Facebook. Además, puede nominar un trabajador fallecido que quiere honrar en su formulario digital. La meta de su proyecto es “tomar acción para garantizar que ninguna otra persona sea forzada a sacrificar su vida en tiempos de crisis o de otra manera como se les pidió a estas personas que lo hicieran durante la pandemia de COVID-19”.  
Entre los trabajadores que están siendo honrados se encuentran aquellos que fueron conmemorados en el proyecto “Inmigrantes son Esenciales” (“Immigrants are Essential” en inglés) de Mendoza. Este proyecto de arte empezó en junio con instalaciones en Washington, DC y Nueva York. Sirve como un monumento a seis inmigrantes indocumentados que fallecieron de COVID-19. Mendoza trabajó con las familias de Fedelina Lugasan, Mario Hernández Enríquez, Moisés Hernández Delgado, Yimel Alvarado, Juan Ramos y Ofelia Tapia Alonso para documentar sus vidas e historias.

El proyecto fue una colaboración con Fuerza de Resiliencia (Resilience Force, en inglés) y El Centro Nacional de Leyes de Inmmigración (National Immigration Law Center, en inglés) con el fin de ganar “seguridad, apoyo financiero y estatus legal” para trabajadores indocumentados, según Marielena Hincapié, directora del National Immigration Law Center. Haga clic aquí para ver y leer las historias de estos trabajadores en inglés, español o filipino. 

Dos de los seis trabajadores, Ofelia Tapia Alonso y Fedelina Lugasan, fueron trabajadoras del hogar. Tapia Alonso nació en México y tenía cinco hijos. Era dueña de su propia tienda además de hacer trabajo del hogar. Lugasan nació en las Filipinas y trabajaba para una familia allá, pero nunca recibió pago. Es sobreviviente de tráfico de personas en los Estados Unidos. En 2018, con la ayuda del Centro de Trabajadores Filipinos, dejó la familia y empezó una vida libre, a los 83 años. 

Según las hijas de Tapia Alonso, ella decía “que nunca perdieran la esperanza y que siempre estuvieran atentos a las lecciones que se nos presentaban”.