Francia Márquez, una mujer afrocolombiana de procedencia humilde, desplazada por la violencia, ex trabajadora del hogar y con una historia de lucha social, se posesionó el 7 de agosto como la nueva vicepresidenta de Colombia.

Márquez, de 40 años, es la primera mujer negra que llega a la vicepresidencia en ese país y la segunda en Latinoamérica después de la costarricense Epsy Campbell.

Calificada por algunos como la figura que volcó al poder en Colombia, donde por siglos han permanecido las mismas élites conservadoras, su victoria marca un cambio en la política de ese país.

“Después de 214 años logramos un gobierno del pueblo, un gobierno popular. El gobierno de la gente de las manos callosas, el gobierno de la gente de a pie, el gobierno de los nadies y las nadies de Colombia”, dijo Márquez en su discurso inaugural como vicepresidenta luego de ser elegida.

Una vida enfrentando las desigualdades

Hija de una partera y un minero, Márquez creció durmiendo en un piso de tierra en una región azotada por la violencia del conflicto armado en Colombia.

A los 13 años empezó a trabajar en una mina de oro y a los 16 se convirtió en madre por primera vez. 

Desde su adolescencia se unió a la lucha contra la minería ilegal que estaba contaminando con mercurio el río en el que pescaba toda su comunidad.

Su activismo socio ambiental la llevó a recibir varios reconocimientos a nivel mundial, entre ellos el Premio Medioambiental Goldman en 2018, el equivalente del Premio Nobel de Medio Ambiente.

Su historia sin embargo está plagada por la misma violencia que sufren cientos de líderes sociales en ese país. Márquez sufrió el desplazamiento forzado por amenazas de grupos paramilitares y sobrevivió un intento de asesinato.

Trabajadora del hogar y abogada

La vicepresidenta estudió derecho mientras laboraba como trabajadora del hogar interna. En uno de sus empleos ganaba 300 mil pesos colombianos, el equivalente a cerca de 80 dólares al mes, con descansos cada quince días.

“Solo me alcanzaba para comprar jabón, leche, pañales y para los pasajes”, contó Márquez a la revista Semana.

En repetidas ocasiones ha mencionado la molestia que hay en una parte de la sociedad colombiana sobre el hecho de que una mujer como ella, a quien le asignan un lugar en la cocina, sirviendo platos, trabajando en una casa ajena, dirija el país.

El respeto por esta profesión lo demostró en su primera visita a la casa presidencial con un gesto que pasó a la historia: Mientras la vicepresidenta saliente, Marta Lucia Ramírez ignoró a las trabajadoras del hogar de la casa, Márquez se detuvo para estrechar la mano de cada una de ellas, como se muestra en un video que se hizo viral.

“Quiero ser presidenta”

En el 2019, en medio de históricas protestas que se vivían en ese país, Márquez escribió en sus redes sociales “quiero ser presidenta”, aunque inicialmente no tuvo mucha acogida hasta marzo de este año cuando obtuvo 800 mil votos en las elecciones primarias que la dejaron en el tercer lugar.

Posteriormente se unió a la campaña de Gustavo Petro, el nuevo presidente, como compañera de fórmula y el pasado mes de junio obtuvieron una votación histórica e instauraron el primer gobierno de izquierda de Colombia.

Esperanza para las trabajadoras del hogar

El triunfo de la abogada y activista ambiental ha sembrado esperanza en muchas mujeres, especialmente aquellas que se ven reflejadas en su historia.

“Francia Márquez es una motivadora. Es un aliciente para muchas mujeres que en alguna etapa de la vida pensamos que no se puede”, dijo Claribed Palacios García, trabajadora del hogar y presidenta de la Unión de Trabajadoras Afrocolombianas del Servicio Doméstico al periodico El Colombiano.

“Me da mucho gusto, como trabajadora del hogar y como mujer, que ocupe un espacio de poder, es una esperanza y un ejemplo para muchas otras”, expresó Marcelina Bautista, una de las líderes más importantes del movimiento de trabajadoras del hogar en México al Economista.

Algunas trabajadoras del hogar esperan que durante el mandato de Francia Márquez se logren conquistas para este sector. 

“Es necesario que se bajen las cargas de 10 horas laborales que tienen las empleadas del servicio doméstico que trabajan internas. Se tienen que equiparar las cargas a las 8 horas como cualquier trabajador colombiano”, dijo la trabajadora Yolanda Perea. “Esperamos que se empiecen a tener herramientas para verificar el trato que se les da a las empleadas del servicio doméstico. Nosotras descuidamos los hijos nuestros para cuidar los vuestros”.