Cada semana un grupo de trabajadoras del hogar recorre las calles de los vecindarios de Brooklyn, Nueva York repartiendo volantes para ofrecer sus servicios de limpieza. En el volante se lee: “Haga su casa brillar mientras crea salarios justos y trabajo digno para mujeres inmigrantes locales”.
Cuando la pandemia las dejó sin empleo, estas mujeres, con la ayuda de varios miembros de su comunidad, se las ingeniaron para crear una nueva fuente de ingresos a través del trabajo de limpieza en el hogar.
Hoy en día son 13 miembros con empleo constante y esperan seguir integrando más personas a su organización.
El éxito de su emprendimiento se lo atribuyen no sólo al trabajo en equipo sino al apoyo que han recibido de su comunidad, pues fue gracias a un grupo de ayuda mutua que pudieron crear una estrategia de trabajo y poner sus servicios en internet.
Varios vecinos con más experiencia en tecnología les ayudaron a crear un formulario en línea que además funciona como un contrato donde se establece claramente el tipo de servicio que el cliente requiere y donde se compromete no solo a hacer su pago en efectivo sino a ofrecer un trato digno a la trabajadora.
“Nuestro slogan es brindar un servicio de calidad, excelencia y respeto, como estamos pidiendo del cliente eso pues nosotros también brindamos eso”, dijo Karla Núñez, miembro del grupo en entrevista con La Alianza.
Aconsejan a quienes estén interesadas en agruparse y ofrecer sus trabajo de forma virtual encontrar redes de apoyo en su comunidad como en la escuela de sus hijos, en su iglesia o con amigos y familiares.
Más dignidad y mejores salarios
El valor mínimo por cada limpieza es de $100 pero los precios varían dependiendo de las necesidades de cada cliente. Dicen que el precio que han puesto a sus servicios está relacionado con la idea de dar más valor a la labor que realizan.
“El trabajo de limpieza no se considera valorado como un trabajo”, dice Karla. “Se le ha dado una calificación para aquellas personas que no tienen ningún nivel educativo, que no saben hacer otra cosa”.
Karla comenta que esta visión despectiva afecta no solo los salarios sino el trato que reciben las trabajadoras del hogar, pero asegura que este grupo está cambiando esa percepción en sus clientes.
“La gente no pregunta porque tenemos este precio” dice Karla con orgullo. “De hecho algunas veces hemos recibido hasta ochenta o cien dólares de propina”.
Cómo encuentran a sus clientes
Sus primeros clientes llegaron a través de internet. Iniciaron compartiendo el enlace a su página de servicios en redes sociales, sin embargo comentan que ahora lo que les ha dado más resultado es la publicidad semanal en las calles.
“Vamos a una zona que ya hemos visto que tiene acogida a nuestro servicio” explica Diana Vargas, otra miembro del grupo. “Nos distribuimos calles para colocar la publicidad”.
El volante incluye código que se puede escanear con el celular y que direcciona al cliente a la página web de Brooklyn Community Cleaners donde se contrata el servicio.
“En ese fin de semana que se hace el trabajo la gente nos empieza a llamar”, dijo Diana a La Alianza.
Cosechando clientes habituales
Las trabajadoras dicen que ya cuentan con personas que requieren sus servicios de forma recurrente, lo que les ha dado la tranquilidad de no tener que estar buscando todos los clientes desde cero.
Aseguran que ofrecer una limpieza con altos estándares de calidad, incluyendo los lineamientos de protección contra el coronavirus, ha sido uno de los factores esenciales para aumentar su clientela.
“Eso también hace que haya un voz a voz entre los clientes porque les decimos que sí pueden recomendarnos a otra persona o a un familiar” dice Diana.
Establecer una relación más cercana con los clientes que se caracteriza por la amabilidad, la búsqueda de soluciones a problemas cotidianos y una buena comunicación, es otra de sus estrategias.
Nixi Bermudez quien también forma parte de este emprendimiento nos dice que a cada servicio que prestan se le hace seguimiento.
“Llamamos al cliente para evaluar el servicio que ha recibido, evaluamos con el cliente a la limpiadora y evaluamos también al cliente a través de la limpiadora y así también vemos que cambios se pueden hacer y cómo se puede mejorar”.
Jeremy Kaplan es uno de esos clientes. Nos dice que nunca había utilizado un servicio de limpieza antes y que lo que lo animó a trabajar con Brooklyn Community Cleaners es que “hay más dignidad y tenemos una relación”, dijo Kaplan en inglés. “No lo veo inicialmente como un servicio sino que es algo más como comunidad”.