Por: Ana Connery, Parents Together  (version traducida)

Según un informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), los problemas de salud mental representan una causa creciente de las visitas de niños a las salas de emergencia. Entre marzo y octubre de 2020, hubo un aumento del 31% en niños con edades de 12 a 17 años y de 24% en niños de 5 a 11 años en comparación con el mismo período en 2019. Anteriormente, las niñas tenían más probabilidades de acudir a este tipo de emergencias, pero las visitas de los niños también aumentaron. Incluso ahora, los hospitales infantiles continúan reportando un “aumento meteórico” en la cantidad de niños que necesitan apoyo y tratamiento por problemas de salud mental. Los niños están siendo atendidos por problemas que van desde la ansiedad y la depresión hasta el abuso de sustancias y los trastornos alimentarios.

Una crisis dentro de una crisis

Una madre nos dijo recientemente que la primera señal de problemas fue cuando las calificaciones de su hijo preadolescente bajaron drásticamente a principios del año pasado, después de seis meses de aprendizaje de forma remota y limitaciones en las interacciones sociales. Una de las pocas veces que su hijo salió de su habitación, le anunció que se sentía “deprimido” y pidió ir a terapia. Ante esto, la madre muy preocupada se fue a trabajar para encontrar terapeutas que se especializaran en niños, pero pocos le devolvieron la llamada. Los especialistas con los que pudo conversar le hicieron saber que estaban abrumados y con muy poca disponibilidad en sus agendas. 

Sin embargo, la crisis de salud mental en Estados Unidos no solo está afectando a padres e hijos, ya que los profesionales de la salud mental también están al borde del abismo. Muchos están registrando una cantidad récord de horas a la semana, lo que genera otra crisis. Según CNN, algunos hospitales tienen camas psiquiátricas tan llenas que alojan a los niños en las camas del departamento de emergencias durante semanas.

Incluso en áreas donde los recursos de salud mental están disponibles, el acceso es bastante limitado tanto para las familias que disponen de seguro médico como para las que no. Asimismo, muchas familias están luchando para pagar sus facturas o se están recuperando de los trabajos que perdieron, en algunos casos acumulando presión sobre los niños que a primera vista pudieran parecer no afectados por la pandemia.

“Los estudiantes que quizás nunca antes tuvieron un síntoma de una condición de salud mental antes de la pandemia ahora tienen síntomas”, dijo recientemente al Washington Post Jennifer Rothman, Gerente Senior de servicios para jóvenes y adultos jóvenes de la Alianza Nacional de Enfermedades Mentales, una organización sin fines de lucro.

Lo que puede hacer en casa

Muchas cuidadoras saben que sus hijos necesitan ayuda, pero no saben dónde encontrarla ni qué hacer. Por supuesto, usted siempre debe acudir a profesionales si su hija o hijo necesita ayuda, pero si resulta difícil acceder a ese recurso en este momento, acá dejamos algunas opciones que puede probar en casa.

  • Intente pedirle a su hija o hijo que escriba una historia o haga un dibujo sobre cómo se siente. Los profesionales de la salud mental a menudo usan esta técnica con los niños para ayudarlos a expresar sus sentimientos. Esto puede ayudar a despejar las capas de emociones, especialmente en los niños que son tímidos. Hacer de esto una práctica regular es una excelente manera para que su hija o hijo se exprese sin tener que salir y decir demasiado. También es una manera simple para que usted pueda comunicarse con ellos. Incluso para los niños que no se consideran “creativos”, cosas como escribir un diario, pintar, cualquier cosa que los anime a crear algo de la nada, pueden ayudar a liberar el estrés. Esto aplica tanto para niños pequeños como para adolescentes. Y los resultados de estas actividades a veces pueden expresar muchísimo.
  • Cree un espacio para chequear las emociones. La psicoterapeuta de niños y adolescentes Katie Hurley sugiere colorear un dibujo de un termómetro para representar sentimientos de calma (frío) a enojo (hirviendo). “Escriba un nombre para cada miembro de la familia en una nota adhesiva y coloque su nota adhesiva junto a la parte del termómetro que refleja cómo se siente. Si alguien coloca una nota adhesiva en el punto de ebullición, haga una revisión rápida para ver qué podría ayudar (respiración profunda, ejercicio, caminar afuera) y déle espacio para que se enfríe”.
  • Establezca un horario de comidas constante. Si bien es importante alimentar a su hija o hijo con una dieta nutritiva, no es solo lo que le ofrece de comer lo que cuenta, sino cuándo. Sentarse a disfrutar de las comidas y los refrigerios aproximadamente a la misma hora todos los días ayuda a regular los niveles de energía y hormonas de su hija o hijo, lo que puede afectar significativamente su estado de ánimo. Pasar varias horas sin comer arroja a los neurotransmisores del cerebro un mensaje de desorden, lo que afecta directamente la forma en la que las personas se sienten y actúan. Un patrón de comidas y refrigerios más consistente y predecible puede cambiar las reglas del juego para algunos niños.
  • Salgan a caminar juntos. Para algunos niños  es mas fácil hablar sobre sus sentimientos si no tienen que mirarle a los ojos. Esto es algo que los profesionales de la salud mental hacen todo el tiempo, especialmente ahora, cuando no es aconsejable acercarse tanto a las demás personas. Asimismo, estar al aire libre, incluso si es solo un paseo alrededor de la cuadra, relaja inmediatamente a la mayoría de las personas. El flujo sanguíneo provocado por la caminata también puede ayudar a aumentar los sentimientos de motivación.
  • Utilice mecanismos de conversación que inviten a los niños a compartir sus sentimientos. Más allá del cliché “¿cómo te sientes?”, existen otras preguntas abiertas que fomentan un nivel más profundo de consideración para responder. Pruebe preguntar: “Si pudieras escribir un libro o hacer una película sobre el año pasado, ¿cómo crees que terminaría?” Otra pregunta puede ser: “¿Qué es lo que más te gusta de tu vida en este momento y qué cambiarías?” Escuche atentamente las respuestas en lugar de refutar o tomar notas mentales, sin importar cómo se siente usted acerca de lo que han expresado. Esto genera confianza y le da tiempo para digerir lo que está escuchando. Cuando sea su turno de reaccionar, trate de responder con empatía con alguna frase como: “entiendo lo que quieres decir”. Evite brindar soluciones a las cosas. Asegúrese de agradecerles por haber confiado en usted para expresar sus sentimientos. Cuando los niños se sienten respetados y escuchados, es más probable que sean más abiertos en el futuro.

Reflexionando sobre el año pasado, la madre cuyo hijo pidió ir a terapia dice que se considera afortunada de que su hijo estuviera dispuesto a pedirle ayuda. Afortunadamente, su hijo pudo obtener la ayuda que necesitaba. Sin embargo, no todos los niños tienen la personalidad, la madurez o la capacidad para hacer eso, especialmente si son más jóvenes o introvertidos, o si sus familias no tienen acceso a estos recursos.

Si le preocupa que su hija o hijo no esté recibiendo la ayuda que necesita, intente pedir ayuda a su pediatra, médico de familia o consejero escolar. También puede comunicarse con organizaciones que ofrecen recursos gratuitos, tales como la Alianza Nacional de Enfermedades Mentales.

Este artículo llega a usted a través de una asociación sin fines de lucro y de redacción con nuestros amigos de Parents Together. Haga click aquí para conocer más de Parents Together.